Nuestra vida está llena de decisiones, y no lo digo como una simple expresión, realmente desde que nacemos comenzamos a tomar decisiones que nos marcan el camino del resto de nuestra existencia.
Cuando pequeños decidimos llorar, bien sea para llamar la atención y mostrar que somos dependientes de nuestras madres, o bien para obtener algo que de otra manera no lo podríamos tener. En otras palabras decidimos manipular.
Al poco tiempo decidimos obedecer a nuestros padres y vamos a la escuela, allí decidimos obedecer a los maestros y hacemos las tareas. En esta etapa también comenzamos a decidir no obedecer y hacemos ciertas trampas en las tareas.
Así que a medida que vamos creciendo, nuestras decisiones comienzan a tomar un peso importante en nuestras vidas. Decidimos que nuestra opinión es la más importante y lo que digan los demás no significa mucho porque al fin y al cabo, es nuestra vida.
Decidimos que carrera estudiar, si es que decidimos estudiar. Luego decidimos ya no seguir estudiando porque esa carrera, que decidí estudiar, ya no me gusta.
Decidimos en que trabajar, si es que conseguimos trabajo. Luego decido no seguir las reglas, y decido dejar el trabajo, a menos que antes el jefe decida botarme.
Decidimos un día contraer matrimonio, si es que decidimos casarnos. Y luego decimos divorciarnos porque descubrimos que la pareja con quien decidimos casarnos era la equivocada. En el peor de los casos decidimos vivir con la pareja porque entre los dos decidimos no pagar a los abogados en caso que decidamos divorciarnos.
Así se nos pasa la vida, tomando decisiones, en su gran mayoría, equivocadas. A pesar de ello seguimos adelante tomando decisiones. Algunos deciden hacerse daño a sí mismos, incluso atentan contra su vida porque decidieron no seguir viviendo.
Cuando alguien nos habla de Dios, decidimos que no es tiempo para eso, que todavía tengo que tomar muchas decisiones importantes en mi vida y tal vez luego me decido y tenga tiempo de oír de Él.
Algunos deciden saber de Dios solo cuando están en problemas. Porque, para que necesito a Dios en mi vida, si con mis decisiones “todo lo tengo bajo control”.
Decidimos poner en su sitio a Dios, es decir, según como nos conviene. Si te necesito, te llamo. Mientras tanto, quédate en las iglesias y con los fanáticos.
La decisión más importante de nuestras vidas, resulta ser la que menos importancia se le da.
Hay gente que decide creer que desciende del mono, otros decidimos creer que somos creación de Dios.
Hay gente que decidió creer que la vida es esta cantidad de años que vivimos aquí en este lugar llamado planeta tierra, por lo tanto las decisiones que toman se basan en ese principio. O sea, que al morir todo se acaba.
Sin embargo, muchos somos los que hemos creído que la muerte no es el final, sino el comienzo de algo mejor. Dios decidió crearnos a su imagen, es decir, como Él, nosotros también podemos decidir.
Tenemos en nuestras manos decidir si creerle o no.
Yo ya tome mi decisión. Y tú, ¿ya tomaste la tuya?
@JorgeMujica
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